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Continuación de Cuidados de la vainilla.

El proceso que hemos descrito en el artículo arriba enlazado., debe continuarse poniendo al sol el cajón en que se ha de sudar la vainilla l para que se caliente; y debe tener et tamaño necesario para que encierre toda la que se ha tendido, Para las grandes cantidades habrá cajones de tres cuartas o poco más por lado y otro tanto de alto, montados sobre cuatro ruedas pequeñas para que pue¬ dan moverse con facilidad. No conviene que sean de mayores dimensiones, para que no incomode su altura al tiempo de servirse de ellos, y para impedir que se estropee la vainilla que queda debajo con el peso que tendría encima.

Hecho esto, se estará pendiente del sol. Cuando la vainilla esté ya soasada, lo cual se conoce por el color acanelado que torna, está bien caliente para meterla a. sudar; advirtiendo no obstante que algunas veces sin tomar ese color tiene el calor suficiente para recibir el sudor, que debe darse, si hay temor de que el sol se oculte, y esperándolo se pierda la ocasión.

Una vez en buen estado la vainilla para sudar, se pondrá el cajón en el sitio conveniente del tendal: en seguida se cubre toda la superficie interior con unas frazadas, que se habrán calentado al sol, procurando que los extremos de ellas caigan sobre los bordes de aquel, lo suficiente para poderlas doblar después sobre la vainilla: acto continuo se empieza á recoger por la última carrera, tomando la que quepa en las dos manos, y metiéndola en el cajón en el menor tiempo posible, se acomodará toda con cuidado y con los pezones hacia el centro, porque esta parte es la más delicada y debe atenderse con esmero, no sólo porque no se maltrate, sino porque el calor es mayor en el centro que en los costados, y si sale alguna pinta, sea de donde tenía la flor y no del pescuezo, porque este tiene más propensión á ampollarse.

Acabada de meter, se doblarán por encima los extremos do las frazadas, tapándola bien y poniendo sobre ellas otras tres ó cuatro más, que habrán estado también al sol, y con esto queda bastante abrigada la vainilla, para que no se disipe mucho calor. Al día siguiente estará negra la mayor parte, si so metió bien caliente; si el día se presenta bueno, se destapa el cajón y se tiende la vainilla como el día anterior, es decir, a la verde seguirá la que haya salido pinta, y á ésta la negra; mas si no hubiere apariencia de buen sol, la negra se pondrá en las camillas y la pinta con la verde en el horno, del modo que se dirá más adelante. Si la que salió pinta es poca, puede ponerse en en el centro de las maletas de la verde, y si no aparte; pero en este caso se meterá en el horno una hora después que la otra, porque con menos tiempo de una hora después que la otra, porque con menos tiempo de calor se acabará de poner negra.

Conociéndose un modo seguro de poner en el horno negra la vainilla, se preferirá para la primera verde, porque puesta al sol para meterla á sudar después, nunca será completo el resultado, atendiendo á que se necesita vainilla negra en cantidad bastante para ponerla en los cajones debajo de la verde, y no la hay al principio. Se hará uso también del horno, no sólo cuando no hubiere sol, sino en todos los casos en que se dude si la vainilla se ha calentado lo suficiente, para impedir que salga pinta, en cuyo caso es casi seguro que se ampolle, sobreviniendo este accidente con más frecuencia a la más larga.

Para evitar estos inconvenientes y los perjuicios que pueden resultar, se hará uso del «poscoyón» o soasado con el fin de poner negra cuando menos los cinco o seis primeros millares, y hasta que esto se verifique no se pondrá ninguna al sol, si no es en caso de que se carezca de horno ó instrumento para medir el calor. Bien sea de un modo ó de otro, contando ya con una parte negra, cuando se vaya a sacar al sol, se tendrá después de la verde y pinta, como se ha dicho, porque necesitando estas dos de mayor calor por razón de su estado, y sien do más fuerte el que hay cerca de la pared, preciso es que se coloquen de esa manera. Cuando esté tan caliente que apenas pueda aguantarse un rato en la palma de la mano, se recogerá en los cajones,  empezando por la negra para que quede debajo y la verde encima.

La vainilla estará buena para meterla al sudor desde las diez y media de la mañana hasta las dos de la 34 tarde; pero en general, la mejor hora es de once á doce del día, cuando el cielo está despejado; habiendo nubes suele estar la temperatura calurosa, y en este caso, disipándose una hora por lo menos, entre once y una del día, es bastante, si no hay viento, para que se caliente lo necesario y se dé buen sudor. Si la verde no se ha calentado bien, aun siendo poca y mucha la negra, no debe ponerse a sudar, prefiriendo en este caso meterla en el horno o esperar al día siguiente, si la vainilla lo permite, para ver si hay mejor sol.