Resumen del argumento, Las lágrimas de Shiva
Libro de César Mallorquí.
Javier vivía en Madrid, con su hermano mayor Alberto y sus padres. Desgraciadamente, el padre de los muchachos estaba enfermo y se encontraba en el hospital. Un día la madre de los dos hermanos, les anunció que su padre se encontraba mejor, pero si regresaba a casa, Javier y Alberto tendrían que irse, por riesgo a contagio. Alberto se tuvo que ir con su tío Esteban y, Javier a Santander, con su tía Adela.
Antes de que el chico se fuera de la ciudad, su madre le dijo que la familia con la que estaría, se arruinó durante la guerra, a causa de las Lágrimas de Shiva.
Unos días después Javier subió al tren que le llevaría a Santander. Se pasó el viaje leyendo y mirando por la ventanilla, pero sobre todo, pensando en que serían las Lágrimas de Shiva. Cuando al fin llego, su tío Luis, lo levó hasta Villa Candelaria, la casa de su tía Adela, donde pasaría todo el verano hasta que su padre se pusiera bien. Luis, le presentó a sus cuatro hijas: Rosa, Margarita, Violeta y Azucena.
Eran guapísimas. Margarita se preocupo de enseñarle toda la casa, todas las salas y habitaciones. Cuando llegaron a la biblioteca, Javier se fijó en un cuadro en el que había dibujado una mujer. Le preguntó a Margarita quien era, a lo que ella contestó que era Beatriz Obregón. Javier aprovechó el momento para preguntarle que eran las Lágrimas de Shiva, pero lo único que le contestó, fue que no les preguntara sobre eso a sus padres.
Esa respuesta que le dio su prima hizo que Javier se hiciera más preguntas de las que tenía. Pero como estaba muy cansado decidió irse a dormir pronto. Ya bien entrada la madrugada, se despertó bruscamente, Javier tenía la impresión de que no estaba solo en el cuarto. La atmósfera del dormitorio estaba impregnada de un tenue perfume a nardos y escuchaba una respiración muy cercana a él. Encendió la lámpara y vio que estaba solo en la habitación, sintió un inmenso alivio.
Al día siguiente pasó algo muy raro. Javier se encontraba en su habitación, mirando por la ventana, cuando vio que alguien salía del mirador de la habitación de Margarita. Gracias al resplandor de una farola, pudo distinguir que era Rosa, la mayor de sus primas.
Cuatro días después, Javier tuvo ganas de bajar al sótano y averiguar que hacia allí su tío la mayoría del día. A bajo estaba Luis, se dedicaba a hacer móviles perpetuos. Los dos chicos tuvieron una larga charla sobre el tema.
Otro del los sucesos que marcó la estancia de Javier en Vila candelaria fue días después, por la noche. Javier estaba en su dormitorio, leyendo, cuando de pronto, escuchó unos pasos aproximándose por el pasillo, un taconeo de mujer. Se incorporó de golpe y abrió la puerta. No había nadie.
Sin embargo, le pareció advertir un revuelo de una falda al doblar el recodo de la escalinata que conducía al desván. Entonces se dio cuenta de que olía a un débil aroma a nardos. Volvió la cabeza y vio a Violeta, quien le afirmó que la había visto. Javier se hizo el tonto y dijo que no había visto nada, intentando disimular, pero ella se dio cuenta de que mentía.
Cada día que pasaba, Javier se hacía más y más preguntas, que no tenían respuesta. Con quien mejor se llevaba Javier era con Violeta, se intercambiaban libros, paseaban.
Días después, Javier había terminado todos los libros que trajo de Madrid, así que decidió bajar a la biblioteca y leer algo. Cogió el libro de Frankenstein, lo abrió, y lo primero que vio, fue que en la primera pagina, aparecía escrito el nombre de Beatriz Obregón. De repente entró Violeta, y se pusieron a hablar de Beatriz, la chica que salía en el cuadro. Violeta le dijo a Javier que creía que la falda que vio hacia unos días era de Beatriz, el fantasma de Beatriz Obregón. El chico que no estaba entendiendo nada de lo que pasaba, le pidió que le contara la historia de la supuesta fantasma. La chica aceptó pero se lo contaría en el cementerio.
En el cementerio, Violeta le enseñó el sepulcro de la familia Obregón. Lo extraño de todo eso era que a espaldas del mausoleo había una solitaria tumba que permanecía a Beatriz. Aun más raro fue para Javier cuando su prima le dijo que la tumba estaba vacía. Javier, ansioso por saber la verdad le pidió que le contara toda la historia desde el principio.
El tatarabuelo de Violeta, Teodoro, pactó la boda de su hija Beatriz con Sebastián. El primogénito de los Mendoza. El sí que estaba enamorado de ella, pero ella de él no. Sebastián le regalo cinco esmeraldas en un collar de oro, las Lágrimas de Shiva, como regalo de compromiso. La boda estaba planeada para el diez de junio de 1901, pero nunca se celebró. Beatriz se fugó el día antes. El problema vino después, cuando los Mendoza reclamaron las Lágrimas de Shiva.
Cuando Violeta acabo de contar la historia, Javier, se dio cuenta que sobre la tumba de Beatriz habían flores frescas. ¿Quién las habría podido llevar?
Unos días después, Javier empezó a leer el libro de Frankenstein. Estaba en su cuarto, leyendo, cuando de repente percibió un olor a nardo. Alzó la vista, pero no vio nada, al volver a fijarse en el libro, había escrita una nota. Decía que esa mañana había pasado por delante de Las Herrerías y creyó haber visto el Savanna. Rápidamente, Javier se lo enseño a Violeta.
Esa noche a Javier le costó mucho dormirse, pero cuando estuvo a punto de conseguirlo, oyó un ruido. Se asomó por la ventana y volvió a ver a Rosa escapándose de casa por la habitación de Margarita. Esta vez no se pudo aguantar y fue a la habitación de su prima para ver qué pasaba. Finalmente Margarita le explicó que Rosa estaba saliendo con un chico, con un Mendoza, y que si sus padres se enteraban los separarían.
A la mañana siguiente Violeta y Javier se despertaron temprano para investigar y saber que era el Savanna. Descubrieron que era una barco que permanencia al capitán Cienfuegos.
Ya en casa Javier pensó que si él y Violeta subieran al trastero y se pusieran a buscar cosas de Beatriz, a lo mejor encontraban algo para saber como acabó la historia de Beatriz. Pero lo dejaron correr.
Los días pasaron y no pasó nada extraño, hasta que un día cuando Javier se estaba duchando y el vapor del agua había entelado el espejo. Cuando salió de la ducha, vio en el cristal, sobre el vaho el nombre de Amalia.
Después de eso, los dos primos, pensaron que la idea que había tenido él sobre buscar cosas de Beatriz en el trastero, no era tan mala idea. Así que a la mañana siguiente se pusieron a mover muebles en busca de las cosas de un fantasma.
Un día, mientras buscaban en el trastero, Violeta oyó que su padre gritaba desde abajo. Se había enterado que la mayor de sus hijas, Rosa, salía con un Mendoza. La castigó sin dejarla salir de casa.
Al día siguiente Javier se encontraba en la biblioteca con Ramona, la chica que limpiaba la casa. Ramona le hablo de Beatriz. Le dijo que Amalia Bareyo era la criada de Beatriz, y que aun estaba viva. Así que los Violeta y Javier decidieron ir a visitarla.
La mañana siguiente la fueron a visitar, estaba en su casa, sentada en una butaca. Los dos chicos le hicieron varias preguntas, pero cuando se fueron, pensaron que todo lo que aquella vieja les había dicho era mentira. Así que al llegar a Vila Candelaria siguieron buscando en el trastero. Hasta que encontraron todo lo que había permanecido a Beatriz. Habían armarios, baúles, un escritorio…
En uno de los cajones del escritorio había una carta. Era del capitán Cienfuegos para Beatriz. En la carta decía que la amaba, y que cuando llegara al puerto de Santander se fugaría con ella legos de allí.
Los días siguientes fueron un infierno para Javier, olía a nardos todo el día. Hasta que una noche, estaba en su coma y vio como una sombra, era Beatriz. El supuesto fantasma le dijo que lo siguiera, y así lo hizo. Lo llevo hasta el trastero, hasta su escritorio. La sombra señaló a uno de los cajones, pero allí dentro no había nada y escribió sobre el polvo la palabra: Amalia.
Estuvo pensando toda la noche, hasta que decidió volver a casa de Amalia, haber si esta vez le decía la verdad. Al llegar a su casa le preguntó si había sido ella quien robo el collar de las Lágrimas de Shiva, a lo que ella contesto que si. Le dijo que cuando Beatriz y el capitán se iban a fugar, Beatriz le dijo que le diera el collar a su padre, pero ella se lo quedo. Cuando acabó de hablar, se levantó y le dio el collar a Javier.
Ahora todo cuadraba, quien le traía flores a la tumba de Beatriz era ella y también fue ella quien se quedó con el collar. Peor ahora quien tenía el collar era Javier.
Cuando Javier llegó a Villa Candelaria, le dio el collar a su tío Luis y lo primero que hizo su tío fu devolver el collar a los Mendoza, después le dijo a su hija Rosa que le levantaba el castigó y podía salir con Gabriel Mendoza, y finalmente se fueron todos a festejar el final de la historia de las Lágimas de Shiva.
Semanas después la madre de Javier lo llamó para decirle que ella podía regresar a casa porque su padre se había curado del todo. Cogió el primer tren e dirección a Madrid y se despidió de Violeta con un apasionado beso.